LOS GUARDIANES DE LA SIERRA, IMAGINACIÓN SIN LÍMITE.
Hace años me comentaron que la Sierra de Lijar está repleta de estos seres míticos guardianes de la Sierra y que la custodian desde las alturas. Por eso un día de abril cogí cámara en mano y realicé un paseo (gracias Alberto) y en escasa media hora de paseo por los Tajos y por la zona alta pude comprobar “in situ”, como la Sierra de Lijar gracias a su estructura o formación caliza ha podido desarrollar y dibujar formas inverosímiles y diversas, aunque hay que matizar que depende de la imaginación de cada uno.
Todas las piedras pueden llegar a ser diferentes en función del ojo que las observa. Y a buen seguro que el visitante con mirada abierta, podrá ver infinidad de estas figuras que he denominado a falta de otro mejor “gárgolas” .
Existen a lo largo y ancho de toda la Sierra de Lijar. Sin ninguna pretensión y solo como un ejercicio de imaginación, adjunto algunas fotos de estos guardianes que nos vigilan, y por supuesto decir que son “gárgolas autóctonas y muy particulares”, y que cada uno de nosotros es muy libre de ver esta similitud u otras formas diferentes.
Las gárgolas son seres mitológicos que se remontan aproximadamente a la Edad Media, y que dependen de la imaginación del artista que las moldea, aunque en nuestro caso tenemos “gárgolas milenarias” creadas por el mejor de todos los artistas “la naturaleza” que con tres elementos básicos “piedra”, “agua” y “aire” ha sabido crear y moldear ante nosotros estas figuras algunas de las cuales de una belleza incalculable que las hace irrepetibles, para el ojo imaginativo que las observa.
Nuestras particulares Gárgolas de Lijar, se asoman desafiantes a las cornisas de los tajos de la Sierra como si de la mismísima catedral de Notra Dame de Paris se tratara, algunas con apariencia infernal, otras imágenes grotescas, burlonas y dantescas, con formas humanas, de animales o mezcla de ambas, y que para mí han sido un gran descubrimiento y que invito a todo aquel que pasee por la Sierra el reto de descubrirlas como si de un tesoro se tratase.
Están ahí, nos vigilan, nos observan y nos custodian desde tiempos milenarios, son nuestras defensoras pétreas, depositarias posiblemente de un encargo divino que cada cual según su creencia le dará un sentido u otro. Son nuestras particulares “GÁRGOLAS DE LIJAR” .
Deciros que todas las fotos salvo la Gárgola de la Catedral de Notre-Dame y el dibujo han sido realizadas en la Sierra de Lijar, retocadas sólo un poco con
Photoshop para darle un poco de color al ejercicio de imaginación, y que conste que todas existen tal cual. Desde aquí invito a todos aquellos que “bicheen” por la Sierra de Lijar, a observarlas y descubrirlas, tan solo hace falta una mente abierta y un paseo por la Sierra de Lijar, y sobre todo grandes dosis de imaginación. Éstas son sólo un pequeño ejemplo de las que existen en la Sierra de Lijar ¡Suerte en vuestra búsqueda!
¿Pero que son Las “Gárgolas”?
“La Leyenda que las formó. Refiere la tradición oral francesa la existencia de un dragón llamado La Gargouille, descrito como un ser con cuello largo y reptilíneo, hocico delgado con potentes mandíbulas, cejas fuertes y alas membranosas, que vivía en una cueva próxima al río Sena. La Gargouille se caracterizaba por sus malos modales: tragaba barcos, destruía todo aquello que se interponía en la trayectoria de su fiero aliento, y escupía demasiada agua, tanta que ocasionaba todo tipo de inundaciones. Los habitantes del cercano Rouen intentaban aplacar sus accesos de mal humor con una ofrenda humana anual consistente en un criminal que pagaba así sus culpas, si bien el dragón prefería doncellas.
En el año 600 el sacerdote cristiano Romanus llegó a Rouen dispuesto a pactar con el dragón si los ciudadanos de esta localidad aceptaban ser bautizados y construían una iglesia dedicada al culto católico.Equipado con el convicto anual y los atributos necesarios para un exorcismo –campana, libro, vela y cruz–, Romanus dominó al dragón con la sola señal de la cruz, transformándolo en una bestia dócil que consintió ser trasladada a la ciudad, atado con una simple cuerda.La Gargouille fue quemado en la hoguera, excepción hecha de su boca y cuello que, acostumbrados al tórrido aliento de la fiera, se resistían a arder, en vista de lo cual, se decidió montarlos sobre el ayuntamiento, como recordatorio de los malos momentos que había hecho pasar a los habitantes del lugar.
Sumideros Sagrados
Esta curiosa leyenda, más encantadora que real, viene a explicar el origen de la palabra gárgola como sinónimo de escupir agua con facilidad, intención primigenia de las esculturas ubicadas en las cornisas de iglesias y catedrales medievales.
El concepto de una proyección decorativa a través de la cual el agua se expulsase del edificio era conocido desde la antigüedad, siendo utilizado por egipcios, griegos, etruscos y romanos.
Mientras que los griegos tenían especial querencia por las cabezas de león, fueron los romanos los que utilizaron estos canalones decorativos con abundancia, tal y como lo demuestran los ejemplares de la ciudad de Pompeya, conservados intactos hasta la actualidad merced a la capa de lava que los cubrió durante la erupción del Vesubio, en el primer siglo de Nuestra Era.
Durante la Edad Media, las gárgolas se utilizaron como desagües y sumideros a través de los cuales se expulsaba el agua de la lluvia, evitando que cayera por las paredes y erosionase la piedra. Es esta la utilidad a la que se refieren todos los idiomas europeos, cuando idearon palabras para designar estos apéndices arquitectónicos: el italiano gronda sporgente, frase muy precisa, arquitectónicamente hablando, que significa "canalón saliente"; el alemán wasserspeider, que describe lo que una gárgola puede hacer, esto es, escupir agua; el español gárgola y el francés gargouille, que derivan del latín gargula, garganta; o el inglés gargoyle, derivado de los dos anteriores.
Las primeras gárgolas aparecen a comienzos del siglo XII. Es en la época del gótico, concretamente durante el siglo XIII, cuando se transforman en el sistema predilecto de drenaje, si bien no todas ellas tenían esta utilidad.
Parece que los primeros ejemplos góticos de gárgolas son las que se pueden observar en la Catedral de Lyon, seguidas de las que pueblan Notre-Dame de París.
Un arte terrorífico
Es raro encontrar una gárgola sola. Generalmente suelen estar agrupadas en hileras, sobre los altos de iglesias y catedrales, a modo de una sociedad de gente de piedra.
Las gárgolas del primer gótico apenas si estaban elaboradas, pero según fueron proliferando, el diseño se fue haciendo cada vez más elaborado, transformándose en auténticas obras de arte. El rasgo distintivo de sus expresiones es que nunca eran bellas sino intencionadamente horribles, grotescas o irónicas.
En general, el gótico se caracteriza por ser más realista que el románico, con la excepción de las gárgolas, que parecen perpetuar la fascinación, típicamente románica, por las criaturas grotescas y monstruosas.
Desde finales del siglo XIII las gárgolas se hicieron más complicadas, abandonándose la representación de animales, que fueron reemplazados por figuras humanas. Aumentaron su tamaño y se transformaron en figuras más exageradas y caricaturizadas.
Las connotaciones demoníacas se abandonaron en el siglo XV, cuando se extremaron las poses y expresiones faciales, perdiendo sus significados religiosos y haciéndose más cómicas.
Las gárgolas eran algo más que una decoración funcional, si bien su significado profundo permanece aún sin determinar. Entre las numerosas que pueblan los edificios medievales no se han podido encontrar dos iguales, demostración de la extraordinaria imaginación de sus constructores. La documentación contemporánea a su elaboración ofrece muy poca ayuda en la resolución del enigma sobre su significado derivado, en gran medida, de la costumbre medieval por crear ambigüedad, lo que provoca y permite múltiples sentidos (AL IGUAL QUE LAS NUESTRAS QUE DEPENDIENDO DEL OJO QUE LAS VE, PUEDE VER UNA COSA U OTRA SEGÚN LA IMAGINACIÓN DE CADA CUAL).
La gran variedad, tanto en formas como en significados, va en contra del uso típicamente medieval, esto es, educativo; si se quería enseñar es evidente que debía entenderse el mensaje transmitido a través de las gárgolas. Es por ello que encontramos gárgolas no sólo en iglesias y catedrales, sino también en edificios seculares y casas privadas.
Guardianes de la Fe
Son muchas las explicaciones que se han intentado buscar, a lo largo de los siglos, para explicar el significado oculto de las gárgolas. Se han visto como símbolos de lo impredecible de la vida, pues nunca representan especies animales conocidas.
En otros casos, se ha dicho que son las almas condenadas por sus pecados, a las que se impide la entrada en la casa de Dios. Esta podría ser una interpretación apropiada, especialmente, para las gárgolas más visibles y terroríficas, que pueden servir como ejemplo moralista de lo que puede ocurrirle a los pecadores.
De todas las explicaciones posibles, la más aceptada es aquella que nos habla de ellas como guardianes de la Iglesia, signos mágicos que mantienen alejado al diablo. Esta interpretación puede explicar el porqué de tan diabólicos y espantosos aspectos y su ubicación fuera del recinto sagrado......”
Fuente informativa: Enigmas, autor:Mar Rey Bueno .
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